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domingo, 3 de abril de 2011

Las vibraciones de la revolución en el norte de África llegan a los regímenes dictatoriales de Asia Central

Las vibraciones de la revolución en el norte de África han llegado hasta los régimenes dictatoriales y autoritarios de Asia Central y también a Kazajistán, donde se han celebrado hoy elecciones presidenciales anticipadas para que Nursultán Nazarbáyev siga ejerciendo otros cinco años el poder que detenta desde hace más de dos décadas. El líder kazajo podría verse incluso fortalecido respecto a su anterior cita con las urnas. Oficialmente, la participación en los comicios superó el 84% (en 2005, participó el 76,8 % y Nazarbáyev obtuvo más del 91% de los votos). Las encuestas a pie de urna ya pronosticaban en casi un 95% el triunfo del actual presidente.
De los tres candidatos rivales, cuya única función era legitimar los comicios, el ecólogo Mels Eleusízov declaró haber votado por Nazarbáyev y otro afirmó que los kazajos no tienen interés por las urnas debido a la "falta de intriga política". Para Nazarbáyev, que en 2009 recibió el título de "líder de la nación", es importante poder mostrar que cuenta un amplio apoyo social. La oposición, poco estructurada y privada de figuras, había convocado un boicot electoral.

Kazajistán

Entre los países africanos y el Estado más vasto de Asia Central hay muchas diferencias y no hay síntomas de que Nazarbáyev pudiera ser víctima de una revuelta social. Al contrario, hay kazajos insatisfechos con el régimen que votan por el presidente, ya que lo asocian con la "estabilidad" y la "paz social" y también con un grado de tolerancia para las libertades individuales sin parangón en Uzbekistán o Turkmenistán. En Astaná, la capital de Kazajistán, Nazarbáyev depositó su boletín en la urna y pidió a los ciudadanos que votaran "la estabilidad del Estado", "la amistad de las distintas naciones del pueblo" y la "modernización social".

En Kazajistán (y también en el extranjero) la supuesta función estabilizadora de Nazarbáyev pesa más que las deficiencias del régimen: enorme corrupción que afecta a los tribunales y la policía (Kazajistán ocupa el puesto 105 en el índice de Transparency Internacional de 2010), abismales diferencias sociales, precarios servicios públicos, y clanes enfrentados que concentran la riqueza y que se posicionan con la vista puesta en la época post-Nazarbáyev.

"En el país no hay masa crítica para una protesta social de envergadura", opina la politóloga Nargís Kassénova, y puntualiza que " la situación en la vecina Kirguizistán ha influido más que en el Norte de África". En Kirguizistán el sistema presidencial ha sido transformado en parlamentario. En Kazajistán, el proceso fue el inverso y el actual parlamento consta de una sola fuerza, Nur Otan, el partido del presidente. La élite de Kazajistán (como la rusa) planea reformas políticas consistentes en restablecer parcialmente derechos y libertades que previamente ha suprimido.

Por lejos que esté una revuelta de Kazajistán, el norte de Africa juega un papel bien como "señal de alarma" para la élite dirigente (que ha incrementado hace poco las pensiones de jubilación), bien como "esperanza" para algunos sectores de la oposición. Las "revoluciones árabes" se debaten en coloquios como el organizado en Almatí por la fundación Friedrich Ebert el 10 de marzo. Vladímir Kozlov, dirigente del partido de oposición Algá (no registrado), fue uno de los asistentes. Kozlov apreció las intervención del diplomático y arabista Rasul Zhumalí que se titulaba: "Las revoluciones árabes. ¿Afectará el efecto dominó a Kazajistán?".

Para la revolución, según Zhumalí, se requieren condiciones (el arraigo del Internet, un gobierno víctima de sus propios esquemas propagandísticos, un poder judicial corrupto, la imitación de formas democráticas sin alternancia en el poder, el síndrome de provisionalidad y la consiguiente falta de inversiones materiales y morales y la superación del miedo). "Estas condiciones se cumplen ya todas ellas en Kazajistán", afirma Kozlov. Frente a la oficina de este político hay unas fotografías de Astaná, la lujosa capital con sus mármoles y luces, y otra de las precarias condiciones de vida del ciudadano de a pie. También, un letrero: "Queremos un cambio. Hoy Kazajistán es subsuelo para los oligarcas, tierra para los chinos y esclavitud para el pueblo". Este lema se refiere a la concentración en manos de unos pocos de la riqueza generada por los hidrocarburos y los metales raros. También se refiere al temor a que los nacionales chinos sean invitados masivamente a cultivar los campos que los campesinos kazajos se ven forzados a abandonar por imposibilidad de vivir de ellos. Durante la campaña electoral, el exyerno de Nazarbáyev, Rajat Alíev, exiliado en Austria y perseguido por Kazajistán, difundió en Internet un comunicado según el cual recientemente en Pekin su exsuegro había firmado un documento secreto, por el que se comprometía a entregar a China un millón de hectareas de tierra cultivable en arriendo para 99 años. Las autoridades lo han desmentido.

"África es un precedente, pero mientras Nazarbáyev esté en el poder no hay que temer una variante africana. Ahora bien, si Nazarbáyev dejara el poder, podría ocurrir, aunque ésos procesos son más probables en Uzbekistán", afirma en privado un alto funcionario kazajo. A su juicio, la inestabilidad en Kazajistán puede ser propiciada por las luchas entre distintos clanes por sustituir a Nazarbáyev y también la pobreza y la marginación.

Aguas Internacionales.

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