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viernes, 25 de diciembre de 2009

Hola ¿es el enemigo?





Las dos Coreas, que permanecen separadas desde el final de la guerra en 1953, podrán reinterpretar a partir de la próxima semana los delirantes chistes bélicos del inigualable humorista Gila y avisarse antes de atacar.
Dentro del reciente deshielo tras la escalada de la tensión vivida hasta el verano, Seúl y Pyongyang podrán llamarse por teléfono y preguntar por el enemigo para asegurarse de que tienen balas de sobra para todos antes de lanzar sus respectivas ofensivas militares.

El Paralelo 38

Bromas aparte, Corea del Norte y Corea del Sur pondrán en marcha un nuevo «teléfono rojo» para facilitar sus comunicaciones a través de la Zona Desmilitarizada que marca la frontera entre ambos países a la altura del Paralelo 38.

Para ello, y según anunció ayer el portavoz del Ministerio para la Reunificación de Corea del Sur, Chun Hae-sung, sus Ejércitos contarán con nueve canales de comunicación a través de modernos cables de fibra óptica. Dichos cables sustituirán a los antiguos de cobre que, hasta ahora, enlazaban varias líneas telefónicas de seguridad a ambos lados de la Península Coreana.
El año pasado, el régimen estalinista que dirige el «Querido Líder» Kim Jong-il cortó algunas de ellas como represalia por el endurecimiento de la postura del Gobierno surcoreano tras la subida al poder del presidente conservador Lee Myung-bak.
Aunque la división de las dos Coreas representa la última frontera que queda de la Guerra Fría, las relaciones entre Seúl y Pyongyang parecen vivir un momento de distensión gracias a la histórica visita en agosto del ex presidente de EE.UU., Bill Clinton, para liberar a dos periodistas americanas detenidas.
Con la fuerza que le dio su segundo ensayo atómico en mayo, el régimen de Kim Jong-il se ha mostrado dispuesto a volver a las negociaciones a seis bandas de Pekín sobre su desarme nuclear a cambio de reconocimiento diplomático, ayuda humanitaria y petróleo.
Sumido en un profundo estancamiento, Corea del Norte, el país más hermético y aislado del mundo, se enfrenta a un momento crucial por la reciente depreciación de su moneda nacional, que ha provocado insólitas protestas ciudadanas después de que millones de personas perdieran los exiguos ahorros de su vida.

ABC.

Expertos consideran "de muy buena educación" reverencia de Obama ante Akihito





Expertos japoneses en protocolo consideran de "muy buena educación" la profunda reverencia que el presidente estadounidense, Barack Obama, dedicó al emperador de Japón, un gesto que criticaron sin embargo los sectores más conservadores de EEUU.

Hace casi un mes Barack Obama fue recibido por el emperador Akihito y la emperatriz Michiko (en la fotografía) en Tokio dicha visita de Estado supone la consumación del nuevo orden internacional que nace en Asia.  El presidente de Estados Unidos se propone colaborar con China en su nuevo papel de gran potencia, considerando el auge incontenible del gigante asiático "una fuente de fortaleza" y no una amenaza para la comunidad internacional.

Obama fue recibido en noviembre en Tokio por el emperador nipón, Akihito, al que saludó con un apretón de manos y una reverencia de casi 90 grados, lo que en algunos círculos conservadores de EEUU se consideró un gesto demasiado sumiso.

Sin embargo, un ex responsable de protocolo del Ministerio nipón de Exteriores, Kiyoshi Sumiya, indicó al diario japonés Asahi que la alta estatura del presidente estadounidense (1,87 metros) y su peso podría explicar una inclinación mayor de lo normal.
"Probablemente no está acostumbrado a inclinarse" para saludar, una costumbre propia de Japón, aseguró Sumiya.
Entre los comentarios recogidos por los medios de comunicación japoneses se menciona además el apretón de manos con el emperador, que se produjo al mismo tiempo que la reverencia, una coincidencia que en Japón se considera poco apropiada.
No obstante, los especialistas japoneses en protocolo están de acuerdo en que hubiera sido peor si Obama no hubiera estrechado la mano del emperador cuando éste se la ofreció.
En cuanto a la polémica reverencia, el secretario general de la asociación de Protocolo de Japón, Nobuko Akashi, aseguró que "con la profunda inclinación que realizó cuando se encontró con el emperador, Obama mostró su respeto".
La imagen del líder de EEUU inclinado ante el emperador Akihito, colgada en varias páginas de internet, ha dado la vuelta al mundo y en Washington ha levantado un vivo debate sobre si el gesto fue apropiado o demasiado sumiso para el presidente de la primera potencia mundial.
La polémica llevó incluso a la intervención del Departamento de Estado de EEUU, que en un comunicado subrayó que "el protocolo, en general, es respetar las costumbres y tradiciones del país anfitrión.

Le Monde Diplomatique.

domingo, 20 de diciembre de 2009

La Prensa Internacional opina sobre la Cumbre de Copenhage






La cumbre de Copenhague sobre el clima constituye la prueba de la incapacidad de los dirigentes del planeta para ponerse de acuerdo en un proyecto común esencial para la supervivencia de la Humanidad. Así lo estima la prensa mundial.

El diario norteamericano 'The Washington Times' ha denunciado el "fracaso" de los dirigentes del mundo para alcanzar pactos, evocando un "día frío para Obama en Dinamarca".

Para 'The Washington Post', que hablaba de un acuerdo "carente de ambición", los "gobiernos deben hacerlo mejor". El periódico insta al Senado estadounidense a adoptar la legislación sobre el clima, actualmente bloqueada en el Congreso.

Para el periódico danés 'Berlingske Tidende', de ideas conservadoras, "los dirigentes del mundo estuvieron dispuestos, en un momento dado, a concluir un acuerdo, la voluntad que no estaba en la cita". Si bien "la más caótica de las conferencias debe dar a las Naciones Unidas razones para un gran examen de conciencia", según un editorial de este diario.

Para 'Politiken', de centroizquierda, "el fracaso es global, no local". "La realidad es que el mundo no está suficientemente maduro para ser gobernado en comunidad", agrega.

'El fiasco de Copenhague o los límites del Gobierno mundial', ha tituladoel diario francés 'Le Monde', según el cual "la reunión viró hacia el desorden e ilustró la fuerza creciente de China".

El texto adoptado "abandona la filosofía del protocolo de Kioto, que imponía una limitación de reducción de las emisiones de gas de efecto invernadero a sus participantes", añadía el rotativo.
Frustración entre los periódicos europeos

"Negociado en su versión final sobre todo entre China y Estados Unidos,el acuerdo evidencia la marginación de la Unión Europea ". "China y Estados Unidos, ausentes del protocolo de Kioto, están incluidos y lideran oficialmente a los que luchan contra el recalentamiento", ha recalcado el diario 'Le Journal du Dimanche'.

Ese aspecto de las predominantes opiniones de China y Estados Unidos también ha aparecido en el titular de portada del diario español 'El País', que ha plasmado 'EEUU impone al mundo su ley ante el cambio climático'.

Por su parte, EL MUNDO ha dado testimonio de los escasos frutos de la Cumbre. Este diario ha destacado en su primera página: 'La lucha contra el cambio climático queda congelada'.

Mientras, 'ABC' ha expuesto en sus páginas interiores 'Copenhague duerme el sueño de los justos', acompañando la idea con las imágenes que atestiguan la somnolencia de algunos de los conferenciantes, que no pudieron aguantar con los ojos abiertos tantas horas de negociaciones.

El periódico portugués de referencia 'Jornal de Noticias' subraya: "El sistema de negociación multilateral probado por Naciones Unidas ha resultado un fracaso y no resolverá el problema que amenaza la Humanidad".

"Copenhague nos enseña varias lecciones. China es una potencia con un peso decisivo en la escena internacional, Brasil es una estrella emergente, Europa tiene grandes ambiciones pero poca influencia y Estados Unidos no cambia mucho, con o sin Barack Obama", concluía la publicación lusa.

En la prensa griega, en conjunto muy negativa sobre los resultados de la cumbre de Copenhague, 'Eleftherotypia', de posturas de izquierdas, considera que "los grandes contaminantes del mundo han impuesto en resumidas cuentas en Copenhague un acuerdo imperfecto que no corresponde en absoluto con las esperanzas de un compromiso mundial para limitar el recalentamiento del planeta".

En Alemania, 'Bild am Sonntag' escribe que "las esperanzas todavía residen en Angela Merkel", quien propuso acoger una reunión sobre el clima en junio en Bonn para preparar la conferencia próxima sobre el clima de México, a finales de 2010.

El Mundo

domingo, 13 de diciembre de 2009

Kofi Annan Ex secretario general de la ONU


Ha estado diez años al mando de la diplomacia mundial

En la esfera de la elegancia, no hay nadie en el mundo que compita con un cierto tipo de señor africano, llegado a una cierta edad. En el caso de Kofi Annan es una elegancia que, independientemente de sus impecables trajes y de sus exquisitos modales, se expresa en un fino equilibrio químico entre la solemnidad y la simpatía. Ghanés, de 71 años, Annan posee una visión única del mundo: por un lado, panorámica, legado de su década como secretario general de las Naciones Unidas; por otro, bifocal, consecuencia de conocer la cultura occidental (ha vivido en Europa o Estados Unidos más de 40 años y su mujer es sueca) con la misma intimidad que conoce los secretos del continente en el que nació.
Tras dejar Naciones Unidas a finales de 2006, tras cinco años de agrios enfrentamientos con el Gobierno de George W. Bush, especialmente sobre la guerra de Irak, Annan se dedica a promover las actividades de la fundación que lleva su nombre. Su objetivo es utilizar la credibilidad, el prestigio, la experiencia y los contactos de alto nivel acumulados durante casi medio siglo en la ONU para asesorar a líderes mundiales, mediar en conflictos (en Kenia, hace dos años, paró una guerra civil) y combatir la pobreza. Annan trabaja en su despacho de Ginebra (Suiza). Empezó haciendo lo que en los círculos diplomáticos llaman un tour d'horizon de la situación mundial.


P. ¿En otros lugares es tan complicada como en África?Pregunta. Veinte años después de la caída del muro de Berlín, ¿no siente a veces, observando el mundo actual, cierta nostalgia por las sombrías certidumbres de la guerra fría? ¿No era, aunque parezca curioso, un lugar más estable y menos peligroso?


Respuesta. Cuando uno piensa en la guerra fría, las grandes potencias tenían sus esferas de influencia, contaban en todo el mundo con dirigentes a los que controlaban o sobre los que tenían una influencia considerable. Además, intervenían en muchas de las guerras civiles que estallaban, así que, en cierto sentido, podían encender o apagar la situación. Podían controlarla. Hoy, no hay control. Se ha convertido en un sálvese quien pueda, y en algunas guerras civiles prolongadas se ven atrocidades impensables. Por suerte, hoy hay menos guerras civiles en África que hace 10 ó 20 años. Pero las que sigue habiendo son absolutamente brutales. No hay más que ver lo que sucede en el este de la República Democrática del Congo, el norte de Uganda, con el Ejército de Resistencia del Señor, lo que ocurre en Somalia, las luchas políticas en Sudán, tanto en el norte como en el sur, como en Darfur, y ver que no parecemos ser capaces de controlarlo. Durante la guerra fría, con un poco de esfuerzo, contactos y llamadas telefónicas, era posible calmar la situación, apagarla. Hoy podemos ver que los somalíes tienen a todo el mundo atado de pies y manos con su piratería. Nadie tiene ni idea de cómo controlar esos elementos ni tiene la suficiente influencia sobre Somalia, ni desde dentro ni desde fuera, para acabar con el fenómeno. Es decir, en ciertos aspectos, desde el punto de vista geopolítico y de las guerras civiles, la situación es mucho más complicada y mucho peor.


R. Veamos Oriente Próximo. Podemos observar esa región, y no estoy hablando sólo de Israel y Palestina sino de Oriente Próximo en general, ver lo que ocurre hoy entre israelíes y palestinos, la falta total de avances en el proceso de paz, la relación entre Israel y Líbano, Israel y Siria, Irak. Y de ahí a Irán, y a Afganistán, y a Pakistán. Además de todo eso está la división entre suníes y chiíes, que no se limita a Irak, es un problema regional, y, por supuesto, la cuestión nuclear en Irán y Corea del norte, así que tenemos una situación muy difícil.


P. ¿Latinoamérica?


R. Durante 10 o 15 años estuvo más tranquila y con un buen desarrollo político, económico y social; hoy vemos nuevas tensiones. Por primera vez en una generación hemos tenido un golpe de Estado, el de Honduras. Hay tensiones entre Venezuela y Colombia. Tenemos que vigilar también lo que ocurre en esa región.


P. Entonces, ¿está mejor hoy el mundo?


R. Creo que tenemos algunas amenazas nuevas y que algunas de las viejas están volviendo, quizá con más peligro, y no sabemos cómo abordarlas. Es decir, desde mi punto de vista, vivimos en un mundo muy complejo y difícil y, además, tenemos que enfrentarnos al problema abrumador y general del cambio climático, que es tal vez la mayor amenaza que nos aguarda y tiene un impacto sobre prácticamente todo lo que hacemos.


P. ¿Ve alguna luz en ese túnel?


R. Sí. Estuve en China hace dos semanas y los chinos, por suerte, están empezando a darse cuenta de que la mayor limitación para su desarrollo y su crecimiento puede ser el medio ambiente.


P. Hasta ahora se han resistido...


R. Es verdad. Pero ahora ven la contaminación en Pekín, ven la desertización, son conscientes de la escasez de agua y el impacto sobre la gente en las provincias, y comprenden que tienen que hacer algo o se encontrarán con grandes dificultades. Es un país al que siempre le ha preocupado el caos, así que están deseando hacer todo lo posible para impedir que se produzca. Por supuesto, con el cambio climático llegan las sequías, las inundaciones, la escasez de alimentos y muchas otras cosas a las que todavía no sabemos cómo enfrentarnos.


P. Y luego está la crisis económica mundial... ¿Tiene el mundo el liderazgo que necesita para afrontar estos vastos y complicados retos?


R. Tenemos un problema verdaderamente grave: debemos abordar todas esas cuestiones en un momento en el que existe desconfianza en los líderes, tanto empresariales como políticos. Y yo trato de explicar a mis amigos políticos que deben ponerse en el lugar del hombre de la calle. Cuando una persona corriente necesita ayuda, no puede pagar sus facturas médicas, ni la escolarización de sus hijos, su barrio no tiene agua, le dicen: no tenemos presupuesto, no tenemos dinero y no podemos ayudarle. De pronto, el sistema financiero y los bancos se ven metidos en un lío y ese mismo Gobierno que no tiene dinero ni presupuesto saca miles de millones, billones, para rescatarlos. Yo entiendo cuando se dice que el crédito es como la sangre que corre por el sistema y, cuando no hay crédito, todo el mundo sufre y necesitamos que vuelva a correr.


Desde el punto de vista económico, tiene sentido. Pero inténteselo explicar al ciudadano al que se le ha dicho que el Gobierno no tiene dinero para el abastecimiento de agua y, sin embargo, sí tiene miles de millones para los bancos. Eso debilita la confianza, da la impresión de que el dinero siempre ha estado ahí pero está reservado sólo para los amigos. No para los demás. Así que existe ese problema de falta de confianza. La otra cuestión que ha quedado al descubierto es esa supuesta idea de que el mercado es el que sabe. Dejémoslo en manos del mercado: eso también ha desaparecido. Estamos, pues, en una situación muy fluida. Algunos políticos se alegran de que los Gobiernos vuelvan a intervenir. Pueden cumplir su papel, pero lo van a cumplir en un momento en el que la población está muy preocupada, el desempleo es alto y sigue subiendo y la gente no cree necesariamente que los Gobiernos estén de su parte.


P. Por todo lo que dice, ¿podríamos definir la era en la que vivimos como la era de la confusión?


R. Sí, creo que quizá sería un buen término, en el sentido de que hay menos certezas. Fíjese que empezamos con la guerra fría. Los dos lados estaban muy seguros. Y había reglas. Ahora no tenemos esa certeza. No hay reglas, no hay seguridades. Se están produciendo grandes cambios que resultan inquietantes para la gente e inquietantes para los líderes.


P. Cuando observa hoy el mundo, ¿no ve gran cosa en materia de liderazgo moral claro y fuerte?


R. Es un mundo difícil para los líderes. No es un panorama prometedor. En el mundo actual, algunos Gobiernos dicen: "Vamos a luchar por los derechos humanos, vamos a luchar por la democracia, vamos a hacer esto y aquello..." e inmediatamente chocan con intereses económicos y financieros. En las informaciones recientes sobre Barack Obama en China, se hacía la pregunta: "¿Se ha comportado como un líder en relación con los derechos humanos? ¿Y cuánto ha presionado?" Pero China tiene tanta influencia económica -algunos incluso llaman a China "el banquero de América"- que, cuando uno está en esa situación, habla con los chinos de forma distinta que si la situación fuera otra, y la cuestión de la pureza y la claridad moral que esperan sus partidarios y otros se difumina, y entonces todos se preguntan por qué ha sido. La verdad es que, en estos momentos, los chinos no están preparados para oír lecciones.


P. Entonces, ¿ser líder es especialmente difícil hoy?


R. Sí. Aparte de todo lo demás, la política actual también ha cambiado mucho, debido a la televisión e Internet, y todo es instantáneo, y un líder está constantemente siendo evaluado, constantemente siendo criticado, y es muy fácil movilizar a la gente en contra o a favor de alguien, y los líderes se vuelven muy precavidos; de hecho, algunos dicen que vivimos en un mundo en el que los líderes leen y no dirigen. Leen las encuestas en vez de dirigir...


P. Y los blogs...


R. Eso es. Sus asesores les llevan cosas y dicen: "¿Ha visto esto? ¿Sabe lo que está haciéndonos a nosotros, al partido?"


P. ¿Qué sensación tiene del fenómeno Obama?


R. Creo que el fenómeno Obama ha sido asombroso. Para entenderlo hay que remontarse a los comienzos de George W. Bush. Cuando Bush llegó a la Casa Blanca, era muy dinámico, su equipo y él eran muy agresivos. Francamente, atemorizaban a los periodistas. La prensa estadounidense estuvo muy floja. Sólo dieron un paso al frente cuando Bush empezó a debilitarse, pero, durante los cuatro o cinco primeros años, él dominó la escena. Antes le he dicho que una idea que ha quedado desechada es que el mercado es el que sabe. La otra idea que está dando las boqueadas es que por la fuerza se arregla todo. Irak, Afganistán y, en cierta medida, Pakistán, están demostrándolo. El régimen de Bush fue a esos países, sobre todo a Irak, convencido de que iba a ser muy fácil resolver la situación por la fuerza. Los que intentamos disuadirles recibimos críticas despiadadas. Ahora creo que todo el mundo comprende que ésa no es la solución.


P. ¿Y ahí es donde entra Obama?


R. De ahí sale la campaña de Obama con su nuevo mensaje: "Quiero trabajar con otros, quiero escuchar, creo en el multilateralismo, que es la única forma de avanzar, hemos perdido el respeto de los demás y necesitamos recuperarlo y tener respeto nosotros también". Todo eso encontró eco entre los estadounidenses, algunos de los cuales se sentían incómodos cuando viajaban al extranjero porque se topaban con ese fenómeno en el que se había convertido América y que la gente no comprendía. Por eso se alegraron de tener un cambio, de dar una oportunidad a Obama. Y él empezó bien, pero tiene que hacer frente a un número increíble de problemas. Quiero decir, cuando uno empieza con dos guerras y una depresión económica, en un país en el que 40 millones de personas no tienen atención sanitaria, y quiere hacer algo al respecto, no lo tiene fácil. Y las expectativas son muy altas. Hace no mucho dije que deberíamos ayudarle entre todos, y deberíamos ayudarle reduciendo esas expectativas. Pero el hecho de que consiguiera todo ese apoyo e impulsara a los jóvenes es un indicio de que existe un anhelo -no sólo en Estados Unidos, sino en todo el mundo- de tener un buen liderazgo, la gente quiere que le lleven en la buena dirección. Existe una necesidad mundial a la que responde Obama, y deseo verdaderamente que tenga éxito; todos deberíamos desearlo, porque, si no lo tiene, la próxima vez, el péndulo oscilará en el otro sentido.


P. ¿Puede ser, quizá, que sea imposible tener ese tipo de liderazgo moral claro y fuerte que ansiamos hoy, que soñábamos que nos iba a proporcionar Obama, por las circunstancias objetivas, porque existen muchas de esas corrientes cruzadas de las que habla usted, de modo que, cuando uno intenta ser un líder moral indiscutible, se choca contra un muro?


R. Hemos empezado hablando de lo mucho que ha cambiado el mundo desde la guerra fría... y hemos repasado este fenómeno de que Estados Unidos hablaba de un mundo unipolar, en el que yo nunca creí. Siempre dije que el mundo era multipolar porque, incluso cuando hablaban del mundo unipolar, China decía que era un polo, Rusia decía que era un polo, India... y la Unión Europea, desde luego, era un polo, es decir, el comportamiento de cada uno es un reflejo de cómo ve el mundo y dónde se sitúa. Si uno cree que es el único elefante en la sala, se dedica a avasallar, pero, si hay otros capaces de controlarle, se comportará con arreglo a eso. Ahora vivimos en un mundo en el que hay tantos centros de poder que hasta Estados Unidos ha tenido que reconocerlo. Aspirar a tener una personalidad que trascienda todos los polos, un Nelson Mandela de dimensión mundial, es hoy prácticamente imposible, sobre todo con los sistemas de comunicaciones de que disponemos.


P. Como vimos en el viaje de Obama a China. Entonces, ahora, ¿es todo así de delicado?


R. Sí, es verdaderamente delicado. Y se ve en la relación de Europa con Rusia, en la que los europeos necesitan el gas y el petróleo rusos y tienen que tratar con alguien como Putin, que juega duro. Tal vez haya cosas que les digan a los rusos en privado, pero no les van a dar lecciones en público.


P. Y eso, a su vez, perjudica la imagen de un liderazgo fuerte y como es debido...


R. Pero tengo que decir... que el liderazgo no tiene necesariamente que ser algo de dimensión o trascendencia mundial. Si un dirigente gobierna en su propio país, se ocupa del bienestar de su pueblo, ofrece claridad moral y sabe guiar, otros reaccionarán en consecuencia. Mandela no se propuso gobernar el mundo. Se propuso ocuparse de su entorno, intentar liberar a su pueblo y adoptar un principio de perdón y reconciliación que fue una gran lección para la gente de todo el mundo. O sea que, si tenemos un líder que se comporta así en su propio país y destaca, la gente reacciona.


P. Hablando del ejemplo de Mandela, ¿qué puede ofrecer África de valor al mundo, algo de lo que podamos aprender en otros sitios?


R. Es una pregunta muy buena. Es curioso que, hace poco, he estado hablando con alguien sobre el África de mi juventud, cuando escuchábamos con gran atención a los mayores. En Ghana utilizamos mucho los proverbios para enseñar y dar lecciones. Por ejemplo, si yo hubiera ido a ver a mi padre para decirle que estaba harto de mi jefe, que era antipático, agresivo, y que iba a ir al día siguiente a decirle lo que pensaba, a decirle que se fuera a la mierda, él me habría escuchado en silencio y probablemente me habría dicho: "Hijo, tranquilízate. No hay que golpear a un hombre cuando tienes tus dedos entre sus dientes". Y no habría dicho más. Es decir, ve y soluciónalo.


P. ¿Un enfoque pragmático de la resolución de problemas?


R. Cuando era niño, me despertaba por la mañana y veía a los mayores hablando de sus cosas y, por cómo estaban de atentos, sabía que eran cosas importantes. La regla era: si hay un problema, hay que discutirlo, hablar y hablar hasta encontrar una solución. Diálogo, paciencia, la capacidad de perdonar: éstas son las lecciones que ofrece África.


P. Sin embargo, si la gente no pide cuentas a los políticos, ¿no puede ser que ellos abusen del perdón de la gente?


R. Sí, la paciencia de los africanos y su capacidad de perdón... también tienen un lado negativo, en el sentido de que somos demasiado pacientes, perdonamos con demasiada facilidad y aceptamos demasiadas cosas, y, a veces, eso lo explotan aspirantes a dictadores que se apoderan del país y consiguen hacer demasiadas cosas sin que se les pidan cuentas, aprovechándose de la paciencia y la buena voluntad de la gente. Si los líderes han sido corruptos, si han robado las arcas nacionales, hay que pedirles cuentas. Hay que fijar el límite en algún punto.


P. Pero es difícil fijarlo, ¿no? Buscar la pura justicia puede desembocar en los peores resultados políticos...


R. Sí, aquí es preciso ejercer un juicio perspicaz. Lo hemos visto con Sudán. La gente pregunta: "¿Había que procesar a Bashir? ¿Se ha empeorado el problema? ¿Cómo vamos a conseguir ahora que coopere?" Y otros dirán que, para acabar con las matanzas, había que procesarle, porque entonces estaría más aislado y no tendría tanto poder como tenía antes. Es una cuestión de saber cuál es el orden de las cosas. Creo que no es posible tener justicia sin paz ni es posible tener paz sin justicia, pero la cuestión, cuando uno está en medio del conflicto, es en qué orden tienen que darse las dos cosas. La mayoría de la gente diría que primero hay que acabar con las muertes y entonces buscar justicia, que es lo que ocurrió en Yugoslavia, con Milosevic y Karadjic. Otros dicen que, a veces, hay que utilizar la justicia como un freno para advertir a la gente de que debe dejar de matar. Cada crisis es distinta, cada pueblo es distinto, y hay que tener sensibilidad para ver las particularidades de cada crisis concreta y tomar una decisión. Cuando uno hace de mediador, tiene que pensar en cuál es la mayor necesidad del pueblo en cuestión. Yo podría intervenir en una situación compleja y decir -como hacen muchas veces Estados Unidos y Occidente-: si detenéis la lucha, os daremos mucha ayuda, os proporcionaremos el desarrollo económico. Pero quizá eso es en lo que menos está pensando esa gente. Quizá su principal preocupación es la supervivencia, el miedo a que los liquiden. Si a una persona la van a eliminar, ¿para qué necesita el desarrollo económico? Así que lo primero que hay que hacer es llegar al fondo de la cuestión.


P. Usted ha tenido una vida increíble y ha estado en medio de muchas cosas, entre otras, durante la guerra de Irak. Ahora está retirado de ese tipo de vida pública, pero todavía sigue trabajando... ¿Llega un momento, ante tanto cinismo, tanta crueldad, tanta codicia, en el que uno se pregunta para qué molestarse? ¿Por qué no olvidarse de todo y retirarse de verdad de las tribulaciones del mundo?


R. Cuando me fui de la ONU, pensé que habíamos puesto en marcha muchas cosas pero todavía quedaba mucho por hacer, sobre todo en nuestro continente africano. Y algunas de esas cosas, como la seguridad alimentaria, me había prometido a mí mismo que iba a impulsarlas cuando dejara de ser secretario. Pero además tengo la actitud de que, si puedo ayudar a una persona, estoy haciendo algo importante. Cuando hablo con jóvenes y me preguntan qué deben hacer para convertirse en buenos ciudadanos globales, les digo que empiecen en su comunidad, su escuela, que hagan bien lo que puedan y partan de ahí. Si alguien ve que algo está mal, que organice a sus amigos y haga algo al respecto. O que diga: "Basta. No lo aguantamos más". A quienes son objeto de acoso o intimidaciones, eso les da el valor y la fuerza necesarios para seguir luchando. Por consiguiente, mientras siga teniendo algo de energía -y tengo la fortuna de haber vivido la vida y las experiencias que he vivido-, creo que seguiré teniendo algo que ofrecer. Por eso sigo trabajando, aunque sé que llegará un momento, para citar a mi buen amigo Mandela, llegará un momento en el que también tendré que retirarme de mi retiro. El retiro, según he descubierto, exige mucho esfuerzo.


El País.

sábado, 12 de diciembre de 2009

Japón

Modelos Legales del mundo I
Con Japón iniciamos una serie de análisis comparativos entre los sistemas judiciales más relevantes del orbe.
El país del sol naciente tiene una de las ratio más baja de casos por habitante entre las naciones desarrolladas. Unos pocos miles de abogados bastan para 130 millones de personas.
“Una reputación de mil años quizá dependa de la conducta de una hora”. Los proverbios japoneses, al igual que los de cualquier otro sitio, dicen mucho de la cultura donde han germinado. El de arriba da cuenta de la importancia que el país del sol naciente concede a la reputación personal. Y fundamentalmente al honor. En Japón, si alguien comete un fraude, un robo o un engaño, queda automáticamente excluido en todos los ámbitos: laboral, familiar, afectivo... Y tal vez por eso no hacen falta muchos jueces.

La segunda potencia económica del planeta tiene un número de casos civiles y penales por habitantes extraordinariamente bajo. Las cifras son inferiores al resto de países –Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, Estados Unidos–. En ambos ámbitos, civil y penal, los datos son sorprendentes, pero es en la jurisdicción penal donde la diferencia con España, por ejemplo, es mayor.
Otros de los aspectos más sorprendentes del sistema legal japonés, ligado con el primero, es el escaso número de profesionales: jueces, abogados y fiscales. Matthias Grupp, letrado de Cuatrecasas que pasó largas temporadas en el país nipón, cifra en unos 25.000 el número actual de abogados que ejercen en Japón. “¡Para 130 millones de personas!”, destaca. En España, con un tercio de la población, hay alrededor de 130.000 colegiados.
En cuanto a los jueces, rondan los 3.400, después de un programa de incremento de personal llevado a cabo en la última década. El número de fiscales es aún ligeramente inferior. En fin, pocos casos, pero pocos profesionales. ¿Cómo repercute esto en el rendimiento de los tribunales?
Haig Oghigian, socio de procesal del bufete Baker & Mckenzie en Tokio, lo explica al citar otro de los puntos clave del sistema judicial japonés: “La lentitud de los tribunales”. Su opinión es compartida por la mayor parte de los expertos consultados. Oghigian calcula que para obtener una resolución en la primera instancia civil hacen falta “alrededor de tres años”. Nobutoshi Yamanouchi, socio director de Jones Day en la capital nipona, destaca que están dilaciones están entre las preocupaciones de la Corte Suprema, que está intentando implementar mejoras para “acelerar los procedimientos civiles”.
La escasez de juristas está directamente relacionada con el elitista proceso de selección y formación que deben cumplir con éxito jueces, fiscales y abogados. Tras superar cuatro años de estudios y obtener la licenciatura en derecho, los aspirantes a juristas deben enfrentarse a un examen nacional. Se presentan alrededor de 35.000 personas cada año. Sólo los 1.000 mejores superan la prueba. Oghigian afirma que “los estudiantes necesitan en torno a cuatro o cinco años de preparación para pasar el examen”.
Pero aún después de esto el camino no ha llegado a su fin para los que aprueben: deben pasar dos años más de formación en un instituto de práctica jurídica nacional dirigido por la Corte Suprema, con un nuevo examen final incluido. Sólo tras este último paso, los juristas son destinados a juzgados como fiscales (10%) o jueces (15%) en prácticas, mientras que la mayoría comienza a ejercer en bufetes como abogados.

Un mercado legal atomizado y controlado por bufetes locales
La típica estructura legal anglosajona, con grandes firmas de abogados, está aún lejos de la japonesa. Pero ya deja sentir su influencia en el tradicionalmente atomizado mercado nipón. Hasta hace pocos años, sólo unos pocos bufetes superaban la decena de abogados. Hoy en día, el mercado “está dominado por un puñado de grandes firmas locales, pero los despachos internacionales tienen una presencia significativa”, afirma Peter Kilner, socio director de Clifford Chance en Tokio. Según Kilner, la situación está evolucionando mediante procesos de concentración entre los bufetes nipones. Recientemente, algunas firmas internacionales han cerrado sus oficinas en el país, como Simmons and Simmons, mientras que otras están abriendo ahora.




Expansión.

domingo, 6 de diciembre de 2009

El Tratado de Lisboa en pocas palabras




El 1 de diciembre de 2009, tras años de negociación sobre cuestiones institucionales, entró en vigor el Tratado de Lisboa.
El nuevo texto modifica los actuales Tratados de la UE y la CE, pero no los sustituye. El nuevo Tratado brinda a la Unión el marco y los instrumentos jurídicos necesarios para afrontar los retos del futuro y responder a las expectativas de los ciudadanos.


Una Europa más democrática y transparente: el Parlamento Europeo y los Parlamentos nacionales tienen mayor protagonismo, hay más oportunidades para que los ciudadanos hagan oír su voz y es más fácil saber cómo se reparten las tareas entre la Unión y los países miembros.

. Mayor protagonismo del Parlamento Europeo: el Parlamento Europeo, directamente elegido por los ciudadanos de la Unión, estrena nuevas competencias sobre legislación, presupuesto y firma de acuerdos internacionales por la UE. Cabe destacar el mayor recurso al procedimiento de codecisión, pues coloca al Parlamento Europeo en pie de igualdad con el Consejo, que representa a los Estados miembros, para la mayor parte de la legislación de la UE.

. Mayor participación de los Parlamentos nacionales: los Parlamentos nacionales pueden participar más en las labores de la UE gracias, en particular, a un nuevo mecanismo que garantiza que la Unión sólo actúe cuando resulte más eficaz (subsidiariedad). Esta novedad, unida al mayor protagonismo del Parlamento Europeo, acrecenta la democracia y la legitimidad de las actuaciones de la Unión.

. A la escucha de los ciudadanos: gracias a la "iniciativa ciudadana", un grupo de al menos un millón de ciudadanos de un número significativo de Estados miembros puede pedir a la Comisión que haga propuestas de legislación.

. Reparto de tareas: la relación entre los Estados miembros y Unión Europea queda más perfilada gracias a una clasificación precisa de las competencias de cada cual.

. Retirada de la Unión: el Tratado de Lisboa prevé explícitamente por primera vez la posibilidad de que un Estado miembro se retire de la Unión.

Una Europa más eficaz, con métodos de trabajo y votación simplificados, instituciones modernas y adaptadas a la Unión de los Veintisiete y más capacidad para actuar en los ámbitos prioritarios para la UE de hoy.

. Eficacia en la toma de decisiones: la aprobación por mayoría cualificada en el Consejo se amplía a otras políticas, con el fin de agilizar las decisiones e incrementar su eficacia. A partir de 2014 la mayoría cualificada obedecerá al principio de doble mayoría (mayoría de los Estados miembros y de la población), que refleja la doble legitimidad de la Unión. La doble mayoría se alcanzará cuando los votos favorables representen, como mínimo, el 55% de los Estados miembros y el 65% de la población.

. Un marco institucional más estable y racionalizado: el Tratado de Lisboa crea el cargo de Presidente del Consejo Europeo elegido por dos años y medio, vincula directamente la elección del Presidente de la Comisión a los resultados de las elecciones europeas, prevé nuevas disposiciones relativas a la futura composición del Parlamento Europeo e introduce normas más claras sobre las cooperaciones reforzadas y los aspectos financieros.

. Mejorar la vida de los europeos: el Tratado de Lisboa mejora la capacidad de la UE para abordar cuestiones que hoy día son prioritarias para la Unión y sus ciudadanos. Es el caso de la actuación en el campo de la justicia, la libertad y la seguridad, ya sea para luchar contra el terrorismo o combatir la delincuencia. Lo mismo ocurre, en cierta medida, con otros campos como política energética, salud pública, protección civil, cambio climático, servicios de interés general, investigación, política espacial, cohesión territorial, política comercial, ayuda humanitaria, deporte, turismo y cooperación administrativa.

Una Europa de derechos y valores, libertad, solidaridad y seguridad, que potencie los valores de la Unión, conceda rango de Derecho primario a la Carta de los Derechos Fundamentales, establezca nuevos mecanismos de solidaridad y garantice una mejor protección a sus ciudadanos.

. Valores democráticos: el Tratado de Lisboa especifica y consolida los valores y objetivos sobre los que se basa la Unión. Dichos valores constituyen un punto de referencia para los ciudadanos europeos y representan lo que Europa puede ofrecer a sus socios de todo el mundo.

. Derechos de los ciudadanos y Carta de los Derechos Fundamentales: el Tratado de Lisboa conserva los derechos ya existentes e introduce otros nuevos. En particular, garantiza las libertades y los principios enunciados en la Carta de los Derechos Fundamentales, cuyas disposiciones pasan a ser jurídicamente vinculantes. La Carta contiene derechos civiles, políticos, económicos y sociales.

. Libertad de los ciudadanos europeos: el Tratado de Lisboa conserva y consolida las "cuatro libertades" y la libertad política, económica y social de los ciudadanos europeos.

. Solidaridad entre los Estados miembros: el Tratado de Lisboa establece que la Unión y los Estados miembros actúan conjuntamente con espíritu de solidaridad si un Estado miembro es objeto de un ataque terrorista o víctima de una catástrofe natural o de origen humano. También se hace hincapié en la solidaridad en el sector de la energía.

. Mayor seguridad para todos: la Unión tiene más capacidad de actuación en el campo de la justicia, la libertad y la seguridad, lo que redunda en beneficio de la lucha contra la delincuencia y el terrorismo. Las nuevas disposiciones sobre protección civil, ayuda humanitaria y salud pública también pretenden impulsar la capacidad de la UE para enfrentarse a las amenazas contra la seguridad de los ciudadanos europeos.

Hacer de Europa un actor en la escena global combinando los instrumentos con que cuenta la política exterior europea a la hora de elaborar y aprobar nuevas políticas. Gracias al Tratado de Lisboa, Europa está en condiciones de expresarse con más claridad ante sus socios internacionales. Se ponen en juego todas las capacidades económicas, humanitarias, políticas y diplomáticas de Europa para fomentar sus intereses y valores en todo el mundo, respetando los intereses particulares de los Estados miembros en el marco de las relaciones exteriores.

. La figura del Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad —que también es Vicepresidente de la Comisión— da mayor peso, coherencia y visibilidad a la actuación exterior de la UE.

. El nuevo Servicio Europeo de Acción Exterior asiste al Alto Representante en el desempeño de sus funciones.

. La personalidad jurídica única de la Unión fortifica su poder de negociación, convirtiéndola en un actor más eficaz a escala internacional y un socio más visible para otros países y organizaciones internacionales.

. El desarrollo de la Política Europea de Seguridad y Defensa conserva un sistema especial de toma de decisiones. Sin embargo, también prepara el terreno para la cooperación reforzada de un grupo más reducido de Estados miembros.
  1. Europa.eu

jueves, 3 de diciembre de 2009

Nations of the World

¿Cuánto sabes del Nuevo Orden Mundial? teniendo en cuenta que mi blog pretende abarcar todos los aspectos y ámbitos de las relaciones internacionales y la Diplomacia me permito enlazarlo con un post de de mayo de 2009 The Worl Map.
Es curioso ver como ha cambiado las fronteras de algunos países desde finales de los ochenta. He encontrado este vídeo de la Warner Brothers que nos permite dar un repaso al mapamundi.





Especial atención a:
-La República Federal de Alemania y Sahara Occidental.
-La antigua República Federal Socialista de Yugoslavia, Checoslovaquia, Escocia, la Kampuchea Democrática.



-Y otros que no se mencionan quizá por falta de "rima" como La República Democrática de Santo Tomé y Principe, República de Sudáfrica o Los Estados Federados de Micronesia.


martes, 1 de diciembre de 2009

La bandera de las Naciones Unidas




La primera versión de la bandera de las Naciones Unidas, en 1945, situaba EE.UU. en el centro del emblema. Tras las quejas de algunos países el diseño se cambió en 1946, girando el mapa 90 grados. Para evitar problemas se utilizó una proyección azimutal equidistante, con el Polo Norte en el centro –zona cuyo reparto, irónicamente, se disputan Dinamarca, Canada, Rusia, Noruega y EE.UU.
La única región que no aparece representada en el mapa del emblema es la Antártida.